Fue mi interés por la capacidad terapéutica de la música, y la relación de frecuencias elevadas y frecuencias bajas, entre colores y sonidos, lo que inspiró el título.
Para la composición de "Meditación azul" trabajé con el violinista Agustí Coma sobre diversos aspectos técnicos del violín. Buscaba hacer una obra humana y espiritual; en la prolongación de los glissandos como la respiración, con la fragilidad del sonido que lleva hacia la interrogación, lo no dicho, hacia un camino interior.
La obra fue un encargo del BBVA y el estreno corrió a cargo de la violinista Alexandra Greffin-Klein, a quien está dedicada.