La obra está estructurada siguiendo un planteamiento en el que se yuxtaponen distintas partes bien diferenciadas que irán formando el discurso. El tratamiento de los instrumentos, los trazos en los que se exponen alturas e intensidades, definen fragmentos muy característicos.
Cada fragmento está entrelazado por eslabones formados por elementos sonoros que nacen gracias a la interacción de los instrumentos; estos puntos de unión poseen una lógica tanto espacial como temporal.
A través de toda la obra van surgiendo detonantes que provocan nuevas texturas sonoras en constante metamorfosis: todo se modifica y evoluciona. En definitiva, se trata de una búsqueda de aquellos sentidos ocultos que el contexto acústico nos ofrece, transformándolo en un universo sonoro personal, libre en cierto modo de lo real.