El título hace referencia a la fascinación que siempre ha despertado en mí el desierto en muchos aspectos. Entornos en los que la ausencia de referencias visuales y acústicas, a las que estamos acostumbrados, despierta nuestra imaginación.

Aparente estado de inestabilidad que cambia nuestra perspectiva y provoca la acentuación de todos nuestros sentidos. Lugares para la auténtica introspección que permite la búsqueda personal, la incursión en territorio desconocido. Paisaje hipnótico, metáfora de un mar interminable en donde flota el viento y el tiempo se detiene.

La obra expone una sucesión de tres ecosistemas sonoros caracterizados por la forma en la que interaccionan alturas, intensidades, timbres y espacialización. Para elaborar estos pequeños mundos sonoros se utilizan a lo largo de la pieza múltiples recursos, buscando el contraste dentro de la continuidad estructural entre las distintas secciones. Uno de los recursos utilizados en la elaboración de cada fragmento juega con la densidad, con la presencia/ausencia de distintos materiales instrumentales, mostrando un discurso que alcanza distintos grados de evolución. La suma de cada uno de los tres segmentos reclama una escucha activa, una implicación de la memoria temporal. El objetivo es dibujar un contorno bien definido en el que la percepción global permita habitar el sonido, ser partícipe de un viaje acústico que recorre distintas etapas.