Según la cosmovisión del pueblo Wixárika o Huichol, el centro del universo se encuentra en Wirikuta, territorio sagrado donde nació el sol y el mundo fue creado. En él habitan las deidades y espíritus ancestrales y, por tanto, cada elemento natural es igualmente sagrado.
Anualmente, este pueblo indígena realiza una peregrinación a Wirikuta, para reencontrarse con sus orígenes, ancestros y deidades, finalizando con el ritual del hikuri y la danza sagrada “Hikuri Neixa” (Danza del peyote).
La composición está inspirada en las sensaciones y percepciones que rodean este desierto sagrado, transformadas en hechos sonoros que, entre otros aspectos, son representativos de los cuatro elementos de la Naturaleza: fuego, tierra, agua y aire. A través de estos hechos y de ciertos elementos simbólicos, se construye un universo sonoro donde el mundo material y el espiritual conviven, se mezclan y se confunden, plasmando el halo místico que envuelve este lugar mágico.
