Obra que hace referencia a aquellas partituras en las que la propia escritura del compositor adquiere especial relevancia. El carácter pictórico que en ocasiones posee el trazo, y que en sí mismo sugiere un auténtico gesto musical.
Gracias a las técnicas electroacústicas propongo un intercambio de sonoridades extraídas fundamentalmente de pianos de variada procedencia. A lo largo de la obra el discurso fusiona y difumina en distintos estratos tanto el sonido acústico como el electrónico. Esta obra está dedicada a mi maestro, Carmelo Bernaola.
Estrenada el 23-VIII-98 en el Auditorio Kursaal (San Sebastián), encargo de la Quincena Musical con motivo del homenaje al compositor Carmelo Bernaola.
