Igarkizuna
es la palabra en euskera que más se acerca en significado a “enigma”, “acertijo”, “adivinanza”, aunque también se emplea en sentido complementario como “predicción”, “acierto”, “adivinación”.
Me planteo la obra como un collage de objetos sonoros extraños, de una rara belleza, como encontrados en lugares exóticos e inaccesibles, poblados de personajes enigmáticos de caracteres extravagantes y contradictorios. Esto se traduce en secciones contrastantes que se suceden rápidamente, y que aparecen en distintos momentos de la obra, como si fueran los personajes de una ópera.
El objeto sonoro que más se repite es un ostinato en el piano con las cuerdas muteadas mientras el resto de los instrumentos permanecen en el límite entre el silencio y el sonido, creando momentos tímbricos congelados donde cualquier pequeño gesto musical adquiere presencia y carácter.